Para su fortuna, luego de cinco semanas solo en la selva el piloto se encontró con una familia de recolectores, quienes solicitaron su rescate por radio
Como si de una historia de Hollywood se tratase, el piloto brasileño Antonio Sena sobrevivió 38 días en la selva amazónica, completamente solo y sin forma de regresar a la civilización luego de sufrir una falla de motor a bordo de un Cessna 210 mientras transportaba suministros a una mina ilegal en el corazón de la selva brasileña.
La odisea del aviador de 36 años comenzó el 28 de enero, cuando despegó de la ciudad de Alenquer, al norte del río Amazonas, con dirección a una mina ilegal llamada 13 de Maio, en el corazón de la Reserva Biológica Maicuru. Su aventura de transporte de suministros se terminó de forma abrupta cuando se detuvo el único motor de su Cessna 210 y comenzó a planear buscando un lugar donde aterrizar en medio de la tupida selva.
“Mayday, mayday, mayday… Papa, Tango, India, Romeo, Juliett está cayendo entre Alenquer y la pista California”. Al cabo de varios minutos, y después de enviar la señal de emergencia, Sena consiguió completar un aterrizaje accidentado pero exitoso, quedando completamente solo, en territorio salvaje y a merced de los peligros que supone una región tan poco explorada por el ser humano.
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Durante más de un mes, el piloto se alimentó de los pocos suministros que tenía en la aeronave, huevos de aves, cacao, frutas y poco más; este régimen alimenticio causó que perdiera más de 25 kilos, según información de El País. Para su fortuna, se topó con una familia de recolectores de castañas, quienes luego de darle de comer pidieron socorro por radio, alertando a las autoridades de la supervivencia del piloto. Posteriormente llegó a la zona un helicóptero para rescatar a Antonio.
Cabe destacar que la única presencia humana cerca de la zona donde logró aterrizar Sena son los grupos de recolectores y quienes trabajan en las minas ilegales, viviendo en pequeños poblados de chozas en medio de la selva.
Según declaró Sena, el motivo por el que aceptó el trabajo se llevar suministros a las minas ilegales fue la crisis producto del Covid-19. “Abrí un restaurante y cervecería artesanal, pero en dos meses… ¡Pum!, la pandemia. Esas circunstancias me llevaron a hacer los vuelos”, afirmó.
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